lunes, 21 de enero de 2013

4.- Bendita Locura

Para bien o para mal, la historia del los Grupo B guarda uno de esos lugares sagrados en la memoria de cualquier aficionado a la automoción, y en concreto al mundo de los Rallies.


Y es que pese a corta vida de la categoría, aquellas máquinas todavía son traídas a colación en multitud de discusiones de los aficionados a los Rallies, y sus pilotos son recordados como semidioses. 

El nacimiento de aquella categoría devino, a raíz de una inaudita libertad normativa, por parte de la FIA,  lo que provocó la fabricación de unas monstruosas máquinas, en muchos casos indomables, en la que los CV de los motores sobrealimentados subían como la espuma evolución tras evolución, mientras que los chasis iban llevados al límite para aligerar el peso total del conjunto.


Sin duda, una de las épocas más espectaculares del mundo del deporte del motor.

En 1982 la FIA anunció para el año siguiente la creación de los Grupos A y B, sustituyendo así las anteriores categorías, Grupos 2 y 4, dando paso a una nueva generación de máquinas mucho más explosivas y radicales.

En un año se pasó de automóviles de 250 CV a bestias de 550 CV, mucho más ligeras y encaminadas directamente a la competición. El por qué de esto fue el cambio normativo de la FIA, y es que la principal variación reglamentaria se produjo a la hora de homologar los modelos que podrían competir,  puesto que antes del año 1983 se necesitaban producir para su comercialización 400 modelos de ese automóvil, mientras que en este año, el número se redujo a la mitad. Además, para evolucionar los modelos se cambio el umbral del 10 % necesario del total de la producción, a unos escasos 20 coches producidos, por lo que los constructores podían crear un coche de “serie” y con unas cuantas unidades más producidas crear auténticas máquinas de competición, con turbos más grandes, materiales ultraligeros y artilugios varios.

     

Posiblemente ahora estéis esperando una pequeña pincelada de la historia del Grupo B, pero no será en esta ocasión, pues lo que queremos dar a conocer con este artículo es la monstruosidad de estos vehículos y las cifras que hace 25 años, sí, 25, se manejaban.

                    

Estos “bichos” de apenas 890-900 kgs, contaban con motores sobrealimentados que, según año y modelo, giraban a más de 8.000 rpm, con un cubicaje de 1.800 cc, y unas potencias que oscilaban entre los 500 a los 600 CV.

Para que os hagáis una idea real de las cifras, un coche del mundial de Rallies de hoy día, del  WRC, es decir, la categoría reina, cuenta con motores turbo de 1.600 cc, 300 CV y un peso de 1.200 kgs; es decir, la mitad de potencia y 300 kgs más de peso, a lo que hay que sumar todas las ayudas electrónicas con las que cuentan hoy día estos coches.


Ahora, agarraos bien a la silla, porque se dice, si bien extraoficialmente, aunque  no debe de andar lejos de la realidad, que el Lancia Delta S4 de 1986, aceleraba de 0 a 100 km/h en 2,3 segundos, ¡sobre grava! Para que os hagáis una idea real de las magnitudes, un Fórmula 1 de hoy día, usando el Kers, tarda en un circuito 2,5 segundos en hacer el 0 a 100.

                           


Si tras ver estas cifras crees que son irreales o que no es posible déjame decirte otro dato. En 1986, un tramo del Rallye de Portugal se disputó en el circuito de Estoril de F1, pues bien. Ese mismo año Ayrton Senna con su Lotus-Renault, automóvil de F1 logró parar el crono en 1.16,673, pues bien Henri Toivonen, con su Lancia Delta S4 lo hizo en 1.18,080, tan solo 1,407 segundos más lento, incluyendo el peso del copiloto, lo que le hubiese colocado en sexta posición en la parrilla de salida de aquella carrera.


Y con esto ponemos punto y seguido a este artículo, en el que queríamos reflejar la barbaridad de estas máquinas y los auténticos héroes que eran siquiera capaces de ponerse al volante de las mismas.

 En otra ocasión, nos ceñiremos más a la historia de este grupo B y a su inevitable desaparición, pero en mi opinión, la cual no tiene por qué ser compartida solo se me ocurre decir una cosa, Bendita locura.

"Es muy difícil explicar a un conductor normal lo que se siente al volante de un coche así. Es como explicarle a un abstemio la deliciosa y transgresora sensación de tomarse un par de whiskies, nunca podrá comprenderlo porque nunca lo ha experimentado, es más, probablemente recriminará al que se los ha tomado. No puedo describir la patada que da el coche cuando pisas a fondo. La mayoría de la gente probablemente pensará que estoy chiflado. Su aceleración es impresionante, para llegar a 3ª saliendo en 1ª, pasando a 2ª y luego a 3ª sólo hacen falta 2 segundos. No da tiempo a mirar el cuentarrevoluciones, tengo que sentir lo que está haciendo el coche. Cuando la aguja llega a 8.000 rpm es demasiado tarde y llega a ellas en un instante. Cuando te quieres dar cuenta, ya vas a 8.000. Es como una pequeña explosión, es como ir montado en un cohete. Todo sucede muy deprisa, los cambios de marcha, la aceleración, las frenadas, es una especie de locura frenética. La brutal aceleración te aplasta contra el respaldo del asiento. Es realmente difícil controlar esta máquina, es como una manada de caballos salvajes o algo así. Una sensación increíble. En el futuro, la gente recordará estos años locos y yo seré uno de los escasos privilegiados que ha tenido la suerte de participar en esta aventura."
Walter Röhrl (piloto del Audi quattro S1 550CV)
Sergio.





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