domingo, 24 de junio de 2012

Cuando el sentimiento abate a la razón.



La Fórmula 1, probablemente un deporte en el que la pasión cede ante el cálculo, y el sentimiento se ve aniquilado por al raciocinio.
Un deporte, que posiblemente no esté viviendo su mejor momento en muchos aspectos. Un deporte, en el que mucha gente entre la cual me incluyo, pese a la enorme pasión y devoción que profano hacia él, empezaba a dejar de creer. 

Pero hoy, 24 de junio, en mi tierra, en mi país, un señor llamado Fernando Alonso, que lleva a nuestra patria a lo largo de todo el mundo con orgullo y satisfacción, me ha hecho volver a creer.

Volver a creer, en la magia, en la fantasía, en la ilusión, en mirar embobado la televisión como cuando tenía 8 años y veía a esos bravos pilotos jugándose la vida a velocidades inimaginables, aplaudiendo mientras la comida reclamaba mi atención, levantado como aquél ya lejano niño.

 Ese mismo señor, que pese a sus declaraciones, nunca deja de creer en sí mismo, en que la victoria es posible y en que nos debía una a toda la afición española en este circuito de Valencia.

Ver como a su paso las gradas lo jaleaban , se levantaban y él iba creciendo más y más, sobrepasando uno tras otro a todos los rivales que no podían más que soñar con ver la sombra alargada del hoy sí, caballo de competición rojo, nos ha hecho embelesar a millones de españoles.

No es día hoy de análisis, ni de DRS, ni de estrategias, es día para el recuerdo, para ver como entre tantas preocupaciones, este caballero, durante casi dos horas  nos ha demostrado como todo es posible, con esfuerzo y dedicación,  que las adversidades, al igual que los rivales, son superables.

Y como si algo faltara, el destino, tuvo a bien mostrarnos la completa comunión, al hacerle parar el coche frente a una de las gradas, para que con una bandera española dedicara la celebración a todos aquellos que amamos este gran deporte y que nos sentimos orgullosos de nuestra bandera.

Sinceramente, gracias por esto Fernando, gracias por permitirnos gritar bien alto que nos sentimos orgullos de ser españoles, y sé, que no he sido el único que se ha emocionado al verte derramar lágrimas en el podio.

Sergio.

sábado, 9 de junio de 2012

No merecimos nunca teneros y bien que lo hemos pagado

Tras ojear algunas de las webs que se dedican al mundo de la competición he encontrado cierta noticia, ya conocida, a partir de la cual me gustaría realizar ciertas reflexiones:


El acuerdo entre los presidentes de la Generalitat catalana y valenciana, Artur Mas y Albert Fabra, respectivamente, es total para que el Circuit de Catalunya y el Valencia Street Circuit se alternen en el calendario. Sólo falta que Bernie Ecclestone dé su visto bueno y firme el pertinente documento para que sea oficial.
La Fórmula 1 visitaría el trazado catalán los años impares, empezando en 2013, y recalaría en el circuito valenciano los pares, comenzando en 2014. El contrato se extendería hasta 2019, garantizando siete años más la presencia del gran circo en España. Este 2012 será el último en el que ambos estarán presentes simultáneamente en el calendario.
El contrato del Circuit de Catalunya abarcaba hasta 2016, mientras el de Valencia llegaba hasta 2014. Con la nueva propuesta, el trazado catalán espaciaría su contrato, mientras el valenciano lo alargaría un año más. El anuncio se hará cuando Bernie Ecclestone dé luz verde, aunque es de suponer que no pondrá pegas al haber sido uno de sus valedores, como lo fue con Nürburgring y Hockenheim en su día.
Las negociaciones, que se iniciaron hace unos meses, parece que finalmente llegarán a buen puerto y todas las partes podrán darse por satisfechas. La organización de un gran premio de Fórmula 1 es una pesada losa en términos económicos, más aún con la situación actual en el país.



Desde luego, dada mi afición por este bello deporte fui uno de tantos que se congratuló con la llegada del gran circo a mi ciudad, lo cual, sin embargo no dejaba de sorprenderme puesto que era, cuanto menos extraño, que Bernie Eclesstone aceptará que un mismo país albergara dos pruebas, especialmente tras lanzar del calendario mundialista citas como la de Magny Cours o la del GP de Imola. 

Estaba claro, por otra parte, que el circuito de Cheste no podría albergar la prueba, pues el espectáculo sería lamentable y por ende, el gran patrón de la Fórmula 1 puso como condición que construyeramos un circuito urbano, que como no, se encargaría de diseñor su gurú particular, Tilke.

Pues bien, 2008, 2009, 2010 y 2011, ya hemos podido ver durante las últimas cuatro temporadas el resultado del invento y :

1º- Que un país como el nuestro tenga dos pruebas del mundial de la Fórmula 1 , es insostenible económicamente como ya se ha demostrado, puesto que mientras que las nuevas potencias emergentes financian sus GPs con inversión privada en gran parte, en nuestro país la gran cuantía del porcentaje recae sore el erario público, y dados los tiempos que corren es insultante para el ciudadano. Un gran negocio para Bernie desde luego, que se encarga de atar los contratos y blindarlos de forma exquisita.

2º- En este país la cultura por los deportes del motor no se extiende más allá de las dos ruedas, y es ridículo que tengamos dos pruebas, además tan seguidas en el calendario. Aún recurdo con cierta extrañeza y enfado cuando en el 2008 tras el abandono de Fernando Alonso en la primera vuelta, la riada de gente, que a cientos marchaban de las gradas. Señores, en este país la Fórmula 1 no es más que una moda que se extendió a un par de años en los que fuimos campeones del mundo.

3º- Si el circuito de Barcelona ya es insoportable para organizar un GP, el de nuestra ciudad no se queda atrás. Una especie de scalextric entre muros sin alma ni corazón ni nada por lo que vaya a ser recordado, que nos ha permitido añorar más si cabe circuitos como Imola.

Así que lo dicho, cumplanos el contrato y recordemos esta historia como algo que pasó, y si de verdad algún día queremos tener un GP en Valencia hagamos un circuito de verdad e intentemos llenar las gradas de algo más que de gorras de Renault de hace 5 años.

Sergio.

sábado, 2 de junio de 2012

El presente no debería enturbiar la leyenda.


Nunca fui persona de ídolos o de profesar una excesiva admiración hacía otros  hasta el extremo de lo que se puede considerar como un “fan”, pero si para con alguien rompí desde bien joven mi norma fue con Michael Schumacher.

 Imagino que al fin y a la postre no fue más que una cadena de circunstancias lo que hizo despertar mi admiración por tan genial piloto, pues al empezar a seguir la Fórmula 1 con apenas 7 años siempre me decanté por aquellos bólidos rojos de la marca Ferrari. El hecho de que en 1996 el por aquel entonces bicampeón del mundo fuera a la marca de Maranello haciendo que el equipo resurgiera de sus cenizas y luchara por las posiciones delanteras, azuzó más si cabe mi pasión y mi admiración por aquél alemán.


Con los años, y viendo como su grandeza se acrecentaba con paso firme, fui leyendo y leyendo sobre las heroicidades del piloto número uno de Ferrari ,y mi deseo y fervor por contemplar, uno tras otro de sus triunfos, ni tan siquiera me dejaban ver el calvario al que sometió durante cinco temporadas al resto de mortales que veían cada domingo ganar al mismo coche gran premio tras gran premio. 

La verdad es que sí, admiraba a aquel Ferrari número 1 y el hombre que lo pilotaba, y puedo decir que es el único ídolo que he tenido.

Recuerdo defenderlo hasta la extenuación en el complicado 2005 y golpear el sofá de rabia cuando su motor dijo basta en el GP de Japón de 2006 brindándole el segundo mundial al por aquél entonces jovencísimo piloto asturiano que hoy pilota en Ferrari Fernando Alonso. Y también recuerdo emocionarme en aquel mes de Septiembre de ese mismo año cuando en Monza anunció su retirada.
 Era su hora, lo había logrado todo y aunque no se pudo retirar ganando el Mundial, marchó del circo luchando como él siempre había hecho, con la cabeza bien alta y el cuchillo entre los dientes.


Ciertamente en los años posteriores siempre lo eché de menos y añoraba no ver su nombre en la infografía de la Televisión. Mi pasión por este magnífico deporte seguía intacta pero sentía que algo me faltaba.

Pues bien, llegó 2010 y el Kaiser no pudo contener sus ganas por seguir corriendo. Una vez desvinculado de Ferrari y de la mano de Ross Brawn decidió volver a su reino, pero esta vez, el rey, se encontró en medio de una república.

Las comparaciones son odiosas, pero si vemos sus números en estas dos campañas pasadas, su permanencia en la Fórmula 1 se debería encontrar más que entredicho, máxime viendo los de su compañero de equipo, Rosberg, que sin ser ningún superclase ha vapuleado a su compatriota de forma sistemática.

Errores, enfados y retiradas se han sucedido en estos dos años y medio, desde que el heptacampeón del mundo volviera, y  bueno, en su defensa decir que este año la fortuna no le anda de cara, pues algún destello ha dejado por el camino.

Pero en una Fórmula 1 donde los equipos más pequeños se tienen que conformar con pilotos mediocres que aporten dinero, alguien como Mercedes debería de dar la oportunidad a jóvenes talentos y con verdadera proyección, sin ir más lejos que echen una mirada a Force India.

Siempre recordaré la de horas y horas que me he pasado viendo a aquél magnífico coche rojo cabalgar hacia la victoria con Michael Schumacher cual jinete impertérrito aplastando a sus rivales hacía la victoria, superando las adversidades físicas y emocionales, ganando al volver tras superar una fractura de pierna y ganando al día siguiente de enterrar a su madre, y nada de lo que pase hará que su recuerdo se difumine o que mi admiración decaiga, pero una retirada a tiempo puede ser una victoria, y en 2006 lo cumplió.


 En mi humilde opinión debería recordar quién es, un ganador, nunca jamás debería de haber dejado que algo distinto figurara en su leyenda, no obstante, gracias por aquello, hoy y siempre.

Sergio.