Corría el año 2005 y el gran
circo marchaba a Estados Unidos para disputar la correspondiente prueba en el
circuito de Indianápolis. Un trazado conocido mundialmente por su óvalo y en el
que la Fórmula 1 únicamente usaba del mismo, parte de una de las curvas
peraltadas del trazado usado en las competiciones norteamericanas.
Los entrenamientos libres del
Viernes estaban discurriendo con total normalidad hasta que en esa última curva
peraltada, el Toyota del Alemán Ralf
Schumacher reventaba en plena curva su neumático trasero izquierdo y golpeaba
violentamente el muro exterior. El accidénte no tuvo consecuencias para la
integridad del piloto alemán , pero hizo saltar las alarmas dentro del seno del
fabricante francés de neumáticos Michelin, que en aquella temporada equipaba a
siete de los diez equipos participantes en la temporada.
Tras un análisis de lo ocurrido
el proveedor francés de neumáticos dijo que el accidente se debía a un fallo en
los neumáticos y que no podía garantizar el rendimiento de los mismos, en
concreto, dijeron que los neumáticos que trajeron para el Gran Premio no
aguantarían más de diez vueltas pasando a esa velocidad por dicho punto, extremo
en el cual hemos de recordar que en aquella temporada, durante la carrera no se podía efectuar cambio
de neumáticos, salvo riesgo evidente para el vehículo por el mal estado de los
mismos.
Las reuniones entre la FIA,
Michelin, los equipos que montaban
neumáticos de la marca gala y las tres escuderías que se equipaban con neumáticos
Bridgestone se sucedieron durante ese mismo viernes y sábado. La parte afectada
presentó numerosas propuestas, como llegar a un acuerdo para reducir la
velocidad en dicho punto, que se permitiera el cambio de neumáticos durante el
GP y la que más fuerza tuvo, instalar en la curva una chicane. Tanto la FIA
como los equipos provistos de neumáticos Bridgestone rechazaron las propuestas, por lo que los responsables de Michelin recomendaron a sus equipos que no
tomaran parte de la carrera pues podrían verse envueltos en accidentes serios.
El Domingo la parrilla se formó con
total normalidad, y a las dos de la tarde se dio inicio a la vuelta de
formación, pero para sorpresa y enfado del público que llenaba las gradas del
circuito norteamericano, catorce coches, todos los Michelin, al acabar la
vuelta de formación tomaron la línea de boxes y abandonaron la carrera,
haciendo que los participantes de la misma quedaran reducidos al esperpéntico
número de seis, ante los abucheos , gritos, y lanzamiento de objetos a la pista
del público asistente.
La parodia de carrera dio lugar a
un cómodo doblete de Ferrari y a un tercer lugar para Tiago Monterio a los
mandos de su Jordan.
Por último decir que Michelin
abonó a todos los aficionados cheques por el valor de las entradas como
compensación.
Sin duda, una de las carreras más
polémicas y estrambóticas de la Fórmula 1.
Sergio.
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